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Long live the walls we crashed through

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Mensaje por Lachesis Mar Jul 30, 2019 8:19 pm

Long live the walls
we crashed through
Silas Wentz ■ Aula de pociones ■ Con: Eddie 


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El cielo encapotado al otro lado de la cristalera del pasillo amenazaba con romper. Silas llevaba diez minutos haciendo apuestas consigo mismo acerca de cuándo empezaría a llover, mientras distraídamente dejaba vagar la vista, siguiendo al ocasional jugador de Quidditch que se dirigía al estadio. Él, en contraposición, se encontraba reclinado contra el marco de la ventana, sentado cuán largo era, jugando con un galeón entre sus dedos. Siendo lo contrario de productivo.


Los pasos de un Gryffindor de sexto repiquetearon, de nuevo, en dirección al exterior. Era el quinto en total, en la media hora que llevaba allí.


Si le importase alguno de aquellos críos se molestaría en compartir sus vaticinios. "Yo que tú ni me molestaría, acabarás empapado y el entrenamiento quedará cancelado de inmediato". En su lugar de ello guardaba un silencio solemne, carente de misericordia y lleno de indiferencia, mientras seguía su recorrido hasta que los pasos dejaban de resonar. 


Hey 'Blondie', la próxima vez que decidas escaquearte de Herbología avísame. Me he quedado allí sentado como un imbécil, parecía un jodido paria social.


Richard White apareció, casi asaltándole desde su visión periférica, mientras que Silas seguía ausente. Sage y Eddie tenían optativas distintas aquel año, así que era el 'Golden duo' sólo ante el peligro... y las plantas. 


Tenía cosas que hacer.
¿Como qué? ¿Sentarte contra el marco de una ventana y poner cara de intensidad mientras miras al cielo? Te hacía menos cliché, Silas.


A duras penas, Wentz dejó de bailar la moneda entre sus dedos, signo inequívoco de que muy a su pesar, Rich tenía su atención.


¿Has conseguido ver a Eddie hoy?


Silas negó con la cabeza mientras volvía a mirar al cielo gris.


No soy imbécil y sé que te preocupa, pero con Sage y conmigo está actuando normal. Creo que está a contrarreloj con el proyecto de adivinación, y, en fin... Dale tiempo. 


Odiaba que Rich pudiese entender lo que pasaba por su mente a veces, porque eso implicaba que tenía que darle explicaciones. Sabía que Eddie estaba ignorándole a propósito. Y tenía más que motivos suficientes para corroborar su teoría, pero hacerle creer a su amigo que estaba siendo demasiado positivo y que, sin duda, las sospechas de Silas eran correctas, sin duda le tomaría más esfuerzo que intentar solucionar el problema de raíz.


Por eso fue que, en cuanto vio a una riada de alumnos bajar las escaleras a escasos metros de sí, se levantó y recogió sus cosas. Eso sólo podía significar una cosa.


Hey, ¿dónde vas? –exhaló White, frunciendo el ceño y alzando las manos.
A solucionar el problema.


Ir a contracorriente le supuso un total de tres minutos, aunque aminoró lo que pudo subiendo las escaleras de dos en dos. Pero llegó justo a tiempo para ver la figura autoritaria de Mr. Gant abandonar el aula de Pociones. 


Por alguna razón que desconocía, Eddie era la última alumna que abandonaba aquella clase. Y Silas lo sabía. La costumbre era tal, que incluso el profesor le confiaba la tarea de cerrar el portón tras de sí una vez acabase de recoger sus cosas. No le culpaba, nadie pensaría que la hija del director fuese a tomarse la ventaja de aprovechar para adquirir material de pociones. No era su estilo. 


Definitivamente, la oportunidad perfecta para acorralar a Eddie de una vez.


Con la premura y destreza silenciosa de un felino, reptó hasta el interior. Haciendo mano de su varita murmuró un conjuro que cerró la puerta. El sonido retumbó entre aquellas cuatro paredes como una sentencia de muerte.


Los largos mechones claros de la Slytherin refulgieron bajo la tenue luz de la estancia, mientras Silas respiraba ruidosamente, aún recuperándose del viaje escaleras arriba. En tres pasos hubo acortado distancias hacia ella, y se mantuvo lo suficientemente cerca como para cortarle su vía de escape.


Recurrir a encerrarte en un aula no estaba en mis planes, pero me he visto prácticamente obligado a hacerlo.


A él era le primero que todo aquello no le hacía ni pizca de gracia.


Supongo que es la única opción que me has dejado, después de haberme ignorado incontables veces, esquivado y mirado como si fuera un jodido prófugo de Azkaban y hubiese matado a una familia entera de magos.


>> Vas a explicarme qué es lo que te pasa. Y hasta entonces no vas a salir de aquí.


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Mensaje por Soleighnox Mar Jul 30, 2019 9:39 pm

Long live the walls
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Silas Wentz ■ Aula de pociones ■ Con: Eddie 


No recordaba la última vez que había logrado conciliar el sueño en paz, no sin rememorar cada noche lo sucedido en aquella fiesta de Halloween, donde había sido víctima de la peor traición posible y para rematar, ser testigo presencial de un acto tan vil, del que supuestamente no tenía conocimiento, empeoraba las cosas porque ¿Cómo esperaban los demás que continuase su vida como si nada? Dolía, por supuesto que dolía ver cada día a esos seres sin escrúpulos que seguían tratándola como solían hacer normalmente mientras ella en su interior los había asesinado ya mil veces, de maneras igualmente creativas y distintas.

Peor que el pensamiento de un psicópata, de un asesino nato e incluso superando la mente de un obsesivo perfeccionista, Eddeline había dispuesto ya una serie de planes para acabar con la existencia de Sage Chamberlain y Silas Wentz, pero por tiempo de ganas, de motivación en sí misma más allá de la frustración o el coraje que bullía en sus venas y por eso mismo había optado por la indiferencia, ignorando todo lo posible a Wentz, pretendiendo que no existía o actuando deliberadamente en su contra, saboteando cada intento suyo por establecer algún tipo de comunicación porque no podía ni quería mostrarse débil ante él. Con Sage, la situación era más o menos la misma: la veía ir y venir, a veces se imaginaba aplicando una maldición imperdonable, peor que cualquiera de las tres conocidas, una que sirviera solamente para amigas que cometen traición, quizás volviéndola un bicho y luego poniendo fin a su vida con la punta del zapato.

Seguían siendo amigas, sí, pero Eddeline ahora tenía sus reservas y ya no solía contarle cosas, todo lo guardaba para sí misma.

En clase de pociones tenía pensamientos parecidos, dedicados exclusivamente a un objetivo: cómo envenenar slytherins sin ser detectada, pero no había llegado aún a concretar el objetivo y quedaba únicamente en fantasías, las cuales con frecuencia se extendían más allá del horario de clases, ocasionando que fuese la última persona presente en aquella aula, responsable además de cerrar una vez fuera, cosa que siempre se aseguraba de hacer. Sin embargo y para su mala suerte, Silas Wentz parecía no querer concederle la satisfacción de tener una vida tranquila, como si Eddie no mereciera un solo instante sin sufrir decepciones o experimentar dolor alguno.

No, él la acorralaba, la acosaba y ahora, encerrados como estaban, había cortado cualquier posible vía de escape, convirtiéndola en una prisionera, a la cual, además, exigía explicaciones; fingía interés, como si verdaderamente estuviese interesado en ella y eso la enfermaba. Eddie no respondió, por un instante sopesó la posibilidad de hacerlo, pero no, contentándose únicamente con mirarlo fijamente, de arriba hacia abajo, preguntándose si es que Sage había llegado a más, si acaso ella conocía a Wentz de manera más íntima, como la propia McMillan no lo hacía; imaginaba cómo se habían besado hasta el cansancio, probablemente incluso terminaron en la cama o en algún rincón cualquiera…

Y ese solo pensamiento, la idea que cruzó brevemente por su mente bastó para que alzase la mano y de un golpe a palma abierta, marcó el rostro del Slytherin. No pensó en la fuerza, ni siquiera se detuvo a considerar cuán violenta fue la acción, tan solo se aseguró de marcar bien su cara. — Asqueroso sangre sucia. — Siseó, manteniendo la mirada fija en él. — La próxima vez que oses siquiera mirarme, no, más bien, pensar en mí, aunque sea por un segundo, serás hombre muerto. — Sentenció. — Paria, truhan, malnacido, engendro de criminal… — La lista seguía y seguía, había muchos adjetivos con los que calificarle, pero ahí lo iba a dejar, sería perder el tiempo en vano.



Soleighnox

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